Porque de nada sirve ser un buen odontólogo si no somos responsables en la gestión y control de nuestra clínica.
El control como mecanismo de gestión de mi clínica dental
Recuerdo un anuncio de Pirelli donde el atleta Carl Lewis aparecía con unos tacones rojos y el eslogan: La potencia sin control no sirve de nada.
En la vida real, el control se puede definir como aquella situación en la que disponemos de una certidumbre de lo que está pasando.
En la vida de nuestra clínica, el control implica disponer de un mecanismo que nos informe sobre lo que está sucediendo tanto dentro como fuera para poder analizar, medir y mejorar en la gestión del día a día de nuestra clínica.
Asimismo, el control económico y financiero de la gestión, es una herramienta sobre la que apoyarnos para conseguir nuestros objetivos como empresarios o directivos. Este control nos permite obtener información relevante y fiable para la toma de decisiones que afectarán nuestro bolsillo.
Por lo tanto, como responsables de la clínica, sí debemos establecer unos mecanismos que nos sirvan de palanca para la consecución de nuestros objetivos como empresario o directivo y además para:
- Facilitar la toma de decisiones.
- Anticipar los resultados a largo plazo.
- Medir el rendimiento de la clínica en general y de inversión en particular.
- Asignar responsabilidades y establecer recompensas.

Ahora bien, no podemos confundir control con desconfianza. La desconfianza nos alejará de nuestro equipo y de nuestros objetivos.
El control es delegación responsable en las personas que cada día construyen la clínica. Por ese motivo, disponer de un sistema objetivo de control es sinónimo de transparencia y gestión responsable.
No debemos tener problema en querer controlar los números, ya seamos odontólogo o responsable de la clínica. Proyectemos a nuestro equipo la necesidad de control no como falta de confianza, sino como herramienta para la mejora continua.
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